Hace unos meses asistí a una conferencia que se celebró en
Córdoba. Fue en primavera y acudieron tres “ilustres” intelectuales que, si debiese
clasificarlos, los encuadraría dentro de la derecha española, pero no nos centremos
en este aspecto solamente.
El tema a tratar era el Estado Islámico y la amenaza que
suponía para Europa. Para mi asombro, se habló de política y se desprestigió a
otros partidos españoles en lugar tratar con un mínimo de objetividad (aunque
sea intentada) el asunto. Intervine con dos preguntas, a las cuales uno de
ellos (de oficio periodista) me respondió:
1- La aparición y
crecimiento del Estado Islámico se debe al fracaso de la llamada “Primavera Árabe”
que Occidente no dudó en apoyar. Con Gadafi en Libia y Al Assad en Siria los fanatismos
estaban contenidos, no suponían una amenaza tan seria como la de hoy día. ¿No
tiene Europa y EE.UU. su parte de responsabilidad en el drama que estamos
viviendo? En el caso sirio, hay que recordar quién armó irresponsablemente a
los “rebeldes”.
“La Primavera Árabe
fue un fenómeno que se inició con unos pocos jóvenes. Aspiraban a lograr
implantar los valores de las sociedades occidentales porque es lo que querían
al darse cuenta de sus beneficios en comparación con su sistema teocrático. El
problema estuvo en que este ánimo revolucionario fue secuestrado por una
mayoría fanática que deseaba implantarse, siendo tomado el movimiento por gente
de zonas rurales donde el radicalismo es mayor. Occidente ayudó a estos
jóvenes, el problema es que se les fue de las manos. Fueron pocos para lo que
perseguían.”
Hay sitios en peor situación donde es más fácil que
se propicie una revolución y, siempre da la casualidad de que toca en lugares con
valiosos y caros recursos naturales que necesitan ser abaratados, como el petróleo, por
ejemplo; o que son contrarios al sistema capitalista, como pasa en Siria. Para
mi disgusto, se dedicó a decirme lo que los periódicos se hartaban de repetir.
Parece ser que nuestros avanzados servicios de inteligencia
no pudieron prever algo tan obvio como que dar armas a esa gente, 80%
fundamentalistas frente a un 20% demócrata, supondría una futura
amenaza global. Pero nada, los malos son los mismos de siempre: Gadafi, Al
Assad y quienes digan los medios. Tendremos que tragarnos la versión oficial
porque sí, pese a que hasta Hillary Clinton reconociese el error de entregar
armas a estos “revolucionarios”. Pero, en fin, sigamos.
2- El Estado Islámico
abarca una gran extensión de terreno, viviendo en él millones de personas.
Además, tiene un gran ejército que mantener. Su solución para todo ello es el
mercado negro de petróleo, el cual vende a países como Turquía, por ejemplo.
¿Por qué nadie, ni la ONU, se encarga de imponer medidas sancionadoras contra
estas naciones que son, en parte, cómplices del mayor genocidio del s. XXI?
“Bien, vayamos por
partes. Hay países que financian, como tú dices, al Estado Islámico. Es verdad.
Pero ahora bien, debemos estudiar cuáles son. Si empezamos a tirar del hilo
podremos encontrarnos en seguida a Turquía, como antes decías, o a Arabia
Saudí. El problema está en que sus empresas están muy bien afincadas en nuestro
sistema, ocupando un lugar importante que toca en varios aspectos a nuestras
vidas. Por ejemplo, empresas árabes patrocinan al Barça, Real Madrid y otros
equipos. ¿Te imaginas que ahora, por esas sanciones, decidieran irse? Sería
decirle adiós al Madrid, al Barcelona, etc. Y eso es algo no asumible por nuestra
sociedad, a día de hoy. Decirle adiós al dinero árabe es despedirse del fútbol
y eso no interesa. No podemos permitir que esas grandes compañías dejen de
invertir en nosotros. El camino no es imponer sanciones.”
La conclusión que saqué de esta respuesta es que la economía
está antes que las personas. Él quiso expresar un orden de preferencias en el cual
primaba el dinero antes que la solidaridad y fraternidad entre iguales, antes
que lo humano. Trataba de vendernos esa idea a los asistentes como la solución
a todos los problemas que hay a raíz de la Primavera Árabe. Nada me había repugnado
antes de tal manera. Y este señor era una “eminencia” en un sector de la
sociedad.
Luego siguió defendiendo un deber: llevar los valores de
nuestra sociedad capitalista (así lo dijo) a Oriente Medio para poder librarlo
del fundamentalismo, ya que era la única forma eficiente de sociedad. De paso
añadió, gratuitamente, que debíamos alejarnos del socialismo, comunismo y otras
ideologías fracasadas, como si acaso el capitalismo no lo fuese por causar
desigualdad, pobreza y guerras (más aún en los países que explota). Y así fue cómo
una conferencia en la que se iban a analizar los problemas y amenazas
yihadistas pasó a ser un mitin en defensa del capitalismo, la misma ideología
por la que estamos subordinados a intereses económicos (como se podía deducir de lo dicho por este destacado
periodista). Por la mínima educación que he recibido, seguí en la sala hasta
que terminó el chaparrón procapitalista.
Terminó la charla y los asistentes envolvieron en aplausos a
quien les había dicho que primero la economía y luego, ya si eso, las personas. La gente estaba maravillada pese a las
barbaridades dichas. Mi opinión sobre el capitalismo ya la tenía clara desde
antes de entrar a la sala, la experiencia solo sirvió para reforzarla. Y luego me preguntarán por qué no soy capitalista…
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