lunes, 28 de septiembre de 2015

Por qué no soy capitalista (1)

Hace unos meses asistí a una conferencia que se celebró en Córdoba. Fue en primavera y acudieron tres “ilustres” intelectuales que, si debiese clasificarlos, los encuadraría dentro de la derecha española, pero no nos centremos en este aspecto solamente.

El tema a tratar era el Estado Islámico y la amenaza que suponía para Europa. Para mi asombro, se habló de política y se desprestigió a otros partidos españoles en lugar tratar con un mínimo de objetividad (aunque sea intentada) el asunto. Intervine con dos preguntas, a las cuales uno de ellos (de oficio periodista) me respondió:

1- La aparición y crecimiento del Estado Islámico se debe al fracaso de la llamada “Primavera Árabe” que Occidente no dudó en apoyar. Con Gadafi en Libia y Al Assad en Siria los fanatismos estaban contenidos, no suponían una amenaza tan seria como la de hoy día. ¿No tiene Europa y EE.UU. su parte de responsabilidad en el drama que estamos viviendo? En el caso sirio, hay que recordar quién armó irresponsablemente a los “rebeldes”.

“La Primavera Árabe fue un fenómeno que se inició con unos pocos jóvenes. Aspiraban a lograr implantar los valores de las sociedades occidentales porque es lo que querían al darse cuenta de sus beneficios en comparación con su sistema teocrático. El problema estuvo en que este ánimo revolucionario fue secuestrado por una mayoría fanática que deseaba implantarse, siendo tomado el movimiento por gente de zonas rurales donde el radicalismo es mayor. Occidente ayudó a estos jóvenes, el problema es que se les fue de las manos. Fueron pocos para lo que perseguían.”

Hay sitios en peor situación donde es más fácil que se propicie una revolución y, siempre da la casualidad de que toca en lugares con valiosos y caros recursos naturales que necesitan ser abaratados, como el petróleo, por ejemplo; o que son contrarios al sistema capitalista, como pasa en Siria. Para mi disgusto, se dedicó a decirme lo que los periódicos se hartaban de repetir.

Parece ser que nuestros avanzados servicios de inteligencia no pudieron prever algo tan obvio como que dar armas a esa gente, 80% fundamentalistas frente a un 20% demócrata, supondría una futura amenaza global. Pero nada, los malos son los mismos de siempre: Gadafi, Al Assad y quienes digan los medios. Tendremos que tragarnos la versión oficial porque sí, pese a que hasta Hillary Clinton reconociese el error de entregar armas a estos “revolucionarios”. Pero, en fin, sigamos.


2- El Estado Islámico abarca una gran extensión de terreno, viviendo en él millones de personas. Además, tiene un gran ejército que mantener. Su solución para todo ello es el mercado negro de petróleo, el cual vende a países como Turquía, por ejemplo. ¿Por qué nadie, ni la ONU, se encarga de imponer medidas sancionadoras contra estas naciones que son, en parte, cómplices del mayor genocidio del s. XXI?

“Bien, vayamos por partes. Hay países que financian, como tú dices, al Estado Islámico. Es verdad. Pero ahora bien, debemos estudiar cuáles son. Si empezamos a tirar del hilo podremos encontrarnos en seguida a Turquía, como antes decías, o a Arabia Saudí. El problema está en que sus empresas están muy bien afincadas en nuestro sistema, ocupando un lugar importante que toca en varios aspectos a nuestras vidas. Por ejemplo, empresas árabes patrocinan al Barça, Real Madrid y otros equipos. ¿Te imaginas que ahora, por esas sanciones, decidieran irse? Sería decirle adiós al Madrid, al Barcelona, etc. Y eso es algo no asumible por nuestra sociedad, a día de hoy. Decirle adiós al dinero árabe es despedirse del fútbol y eso no interesa. No podemos permitir que esas grandes compañías dejen de invertir en nosotros. El camino no es imponer sanciones.”

La conclusión que saqué de esta respuesta es que la economía está antes que las personas. Él quiso expresar un orden de preferencias en el cual primaba el dinero antes que la solidaridad y fraternidad entre iguales, antes que lo humano. Trataba de vendernos esa idea a los asistentes como la solución a todos los problemas que hay a raíz de la Primavera Árabe. Nada me había repugnado antes de tal manera. Y este señor era una “eminencia” en un sector de la sociedad.

Luego siguió defendiendo un deber: llevar los valores de nuestra sociedad capitalista (así lo dijo) a Oriente Medio para poder librarlo del fundamentalismo, ya que era la única forma eficiente de sociedad. De paso añadió, gratuitamente, que debíamos alejarnos del socialismo, comunismo y otras ideologías fracasadas, como si acaso el capitalismo no lo fuese por causar desigualdad, pobreza y guerras (más aún en los países que explota). Y así fue cómo una conferencia en la que se iban a analizar los problemas y amenazas yihadistas pasó a ser un mitin en defensa del capitalismo, la misma ideología por la que estamos subordinados a intereses económicos (como se podía deducir de lo dicho por este destacado periodista). Por la mínima educación que he recibido, seguí en la sala hasta que terminó el chaparrón procapitalista.

Terminó la charla y los asistentes envolvieron en aplausos a quien les había dicho que primero la economía y luego, ya si eso, las personas. La gente estaba maravillada pese a las barbaridades dichas. Mi opinión sobre el capitalismo ya la tenía clara desde antes de entrar a la sala, la experiencia solo sirvió para reforzarla.  Y luego me preguntarán por qué no soy capitalista…





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