Hoy día no hay que irse muy lejos o rebuscar mucho para
encontrar a personas vacías, tanto de ideas propias, como de valores o
simplemente de educación. Dicho fenómeno está muy ligado al borreguismo, a las
modas pasajeras, a los “canones de belleza” que nosotros mismos hemos
establecido, la “partitocracia” en la que estamos sumidos y en la cual prima el
interés propio de unos pocos conseguido a través de la confianza de todas las
personas sin las que dicha organización no podría ser nada. Pues digo que
parece que nacemos con una venda puesta en los ojos y parece que solo nos
quedamos con lo que oímos de los políticos de turno. Pero partimos de que en el
mundo hay muchísima gente buena, con valores similares vengan de donde vengan.
Hemos heredado un sistema que no hemos elegido aunque quieran hacernos creer
que es lo mejor para nosotros. La dirección que deberíamos tomar es hacia algo
nuevo, un cambio de etapa, un empezar de cero. No es muy difícil reunir los
valores necesarios para ser un luchador, yo por ejemplo me considero
inconformista, defensor incombustible de la justicia y acción social, una persona que quiere dejar
atrás un pasado que no le pertenece y por el que no ha nacido para luchar, alguien que mira hacia delante, al fin y al cabo un creyente de que se puede
conseguir un mundo mejor alejado de todos los factores que lo están viciando y
que nos llevan al individualismo o la barra libre de conciencia y de la
demagogia barata a la que estamos sometidos diariamente en nuestro mundo donde
los poderosos son los que mandan sobre todos y solo benefician a unos pocos. Me
gusta mucho la idea de que estamos todos en el mismo barco y remamos hacia la
misma dirección, que en este barco cabemos todos y nuestro único objetivo es el
de no mirar atrás ni para coger impulso. La modernidad tal y como la hemos
conocido está llegando a su fin, por mucho que algunos la estén estirando todo
lo que pueden.
M. Fragua
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