domingo, 3 de mayo de 2015

Libertad de pensamiento

A lo largo de nuestra vida, miles de noticias vienen y se van. Un continuo flujo de información que nos hace ver ligeramente cómo es el mundo en el que vivimos, cómo cambia la sociedad y el planeta. Se va creando una imagen de la realidad que nos es contada,

Ahora bien, no puedo evitar hacerme la pregunta de si realmente esta realidad que nos tratan de describir se corresponde con la verdad, es decir, si la historia relatada es fiel a los hechos y no está contaminada por intereses que solo pueden llevarse a cabo por la hipotética manipulación que podamos sufrir. En definitiva, surge en mi la duda sobre lo que es información y desinformación en un periódico o en una cadena televisiva, dónde empieza una y acaba la otra.

Muchas veces cuesta distinguir la verdad de la mentira y/o de las medias verdades, de manera que en nuestra mente podemos hacer simples juicios erróneos, formar opiniones esclavas de la desinformación, que nos trata de lavar lentamente el cerebro. Al fin y al cabo, a través de ellos solo vemos la punta del iceberg de cualquier polémica existente, siempre nos quedamos en la superficie de las llamadas "noticias de actualidad" cuando realmente se esconden tras ellas auténticas tramas y miserias propias del mundo decadente y enfermo en el cual vivimos.

Ejemplos de esto hay bastantes, véase Venezuela, que tanto le gusta a los tertulianos "derechoides" usarla como arma arrojadiza para quienes digan lo más mínimo contra el "libre mercado". Una de las máximas que nos llega de allí es que hay un gran desabastecimiento por el malvado Nicolás Maduro, que es un inepto (lo cual no lo dudo, todo sea dicho). Esa horrorosa escasez es la que, día sí y día también, nos repiten una y otra vez como papagayos. Ahora bien, un desabastecimiento se produce porque las empresas del mercado se niegan a vender en un lugar pudiendo sacar mayor beneficio en otro y, claro, como la rentabilidad está por encima de las personas pues, oye, está justificado hacer pasar penurias a un país entero porque no guste el gobierno de éste. ¿Cuál es la realidad, en este caso? La existencia de grandes empresas que prefieren jugar con las necesidades humanas para evitar pérdidas. ¿Qué es lo que se nos cuenta? Que Nicolás Maduro es Lucifer, pero con bigote y rechoncho. ¿Objetividad? No está de moda en España y, por extensión, en Occidente (aunque debería afirmar casi al 100% que brilla en el mundo entero por su ausencia.) 

Tras leer este párrafo, que es meramente ilustrativo, la ya manipulada mente de muchos dirá que soy poco menos que chavista, castrista, comunista y todo lo que pueda sonar mal que acabe en "-ista", pero no es así. Simplemente sigo la regla que dice 'Cuando toda la supuesta "información" apunta hacia una dirección, desconfía', y os animo a hacer lo mismo.

Deberíamos evitar recurrir a diarios y cadenas meramente de izquierdas o derechas para que nuestro pensamiento no sea dirigido por otros como si fuéramos poco menos que una panda de borregos. Al fin y al cabo, para que nuestra opinión se construya adecuadamente, debe partir de datos objetivos, no de una parte de ellos o de falsa información. Solamente así podremos alcanzar la llamada "libertad de pensamiento", consistente en la opinión nacida del mismo ser humano a partir de la verdad que se esconde tras todo acontecimiento.

Además, muchos de los asuntos que son llevados a debate no son más que problemas fáciles de resolver con un mínimo criterio de humanidad y sentido común y, sin embargo, el sistema consigue formar en torno a ellos carnaza televisiva, consiguiendo dividir a la población con el nacimiento de opiniones que no brotan de uno mismo, sino que se inculcan en los individuos por el mero hecho de ser de izquierdas o de derechas. Es el culmen de la manipulación mediática: controlar la mente de los espectadores, que acuden absortos a una obra de teatro en la cual se dice lo bien o mal que están las cosas, apartando la opinión de cada persona para meter en su lugar lo que dicen unas siglas, secuestrando el libre pensamiento que debiera nacer en todos, a partir de una objetiva y total observación de la realidad existente, para suplirlo por lo que dice un reducido grupo de gente.

Lo peor de todo esto es que está presente en nuestro día a día. Nos despertamos y, conforme transcurre la jornada, se nos va bombardeando lenta pero inexorablemente con noticias que apuntan hacia un lugar u otro, según el pastor quiera llevarte al redil de la izquierda, la derecha o el centro. Se mete en nuestra rutina como una garrapata que trata de chupar nuestra libertad de pensamiento, dejarnos secos y fácilmente manejables según lo que interese en determinados momentos.

En mi caso particular, ya acudí al médico, el cual me informó sobre la existencia de dicho arácnido y las consecuencias de tenerlo. Le pedí remedio y me  recetó la regla de 'Cuando toda la supuesta "información" apunta hacia una dirección, desconfía'. Os animo a que la uséis.